Frecuentemente me he encontrado con empresas que tienen dentro de sus listas de valores fundamentales el de la innovación, así como también he conocido personas que dicen tener en su ADN la innovación. De hecho cada vez que veía o escuchaba ese tipo de expresiones me preguntaba: ¿Qué es eso de tener la innovación en el ADN o que es que la innovación sea un valor fundamental?.

Hace pocos años cuando pensaba en la palabra innovación lo primero que se me venía a la cabeza eran los smartphones, los viajes al espacio, los coches sin conductor, los drones y un sin fin de mejoras tecnológicas que han llegado en los últimos años. Es decir que para mi la innovación estaba ligada a mejoras tecnológicas o invenciones que aunque estaban al alcance de mi mano, en algunos casos a un simple click en mi celular, la manera en que se habían creado o ideado para llegar a estar tan cerca eran todo un misterio.

Reconocía en mi mismo, eso si, un gran empeño en mejorar las cosas y poder implantar cambios, algo que he podido hacer a través de varios años de trabajo como gestor de proyectos de cambio y de mejora en las empresas en las que había trabajado. Sin embargo, la palabra innovación era para mi aún lejana y, aunque admirable y deseable, totalmente inalcanzable. Una especie de mantra que solo podría ser usado en casos de personas u organizaciones realmente geniales a mi modo de ver.

Mi empeño en entender más del asunto me llevo a estudiar el tema y me llevé varias sorpresas en ese camino. Voy a enumerar algunas de ellas:

  1. Nuestra manera de ver e interpretar el mundo tienen un rol fundamental en nuestra capacidad de innovar:  Ante situaciones iguales, los seres humanos interpretamos de diferente manera las cosas que pueden ser amenazas u oportunidades. Caemos fácilmente en trampas que nuestro cerebro ha construido a lo largo de miles de años de historia de la humanidad. Creemos que no somos animales y que nuestra capacidad de raciocinio nos pone muy por encima de las demás criaturas que han evolucionado sobre la tierra. Sin embargo está creencia nos hace muy vulnerables. En el caso de la innovación nuestro cerebro nos juega en contra porque está entrenado por miles de años de evolución a ver el peligro antes que la oportunidad, a preferir el confort sobre la incomodidad y a buscar la supervivencia sobre la posibilidad de correr algún riesgo. Este es para mi el primer gran obstáculo que debe sobrepasar una persona si quiere cambiar para mejor su situación. Existen infinitas oportunidades en el mundo y podemos entrenar a nuestro cerebro para que primero crea que existen y, una vez tenga esta creencia las pueda observar.
  2. La gestión de nuestras emociones es clave para el éxito de cualquier mejora: Las emociones son la energía que nos mueve a emprender  o no un cambio. Nuestras emociones están ligadas íntimamente con la manera como interpretamos las situaciones. Es necesario que la manera como interpretamos la realidad genere un terreno fértil para tener emociones que nos animen a emprender el cambio o la innovación. El tema se pone más complejo cuando hemos iniciado un cambio o emprendimiento y, necesitamos gestionar nuestras emociones para que nos permitan atravesar los momentos difíciles y los terrenos inexplorados que transitamos. La correcta gestión de nuestras emociones se vuelve entonces crucial para poder llevar a cabo cualquier cambio importante en nuestra vida o nuestras empresas.
  3. No importa lo que pase en el exterior, el deseo de cambio se debe construir desde el interior de los individuos: Todo lo que pasa en “nuestro” mundo, pasa por el filtro de nuestro lenguaje y nuestro cerebro. Es allí donde nosotros declaramos o no la existencia de un problema u oportunidad y, también es desde allí, desde nuestro lenguaje y nuestro cerebro, desde donde también declaramos que nos haremos cargo de él o no. Las oportunidades existen para nosotros si declaramos que existen. Si las oportunidades no son detonadas desde nuestro lenguaje y nuestro cerebro, cualquier situación que para otros podría ser una oportunidad, para nosotros simplemente no existe y no podrá ser aprovechada.
  4. La creatividad es una cualidad que se puede aprender, practicar y enseñar:  Esta quizás la sorpresa más grande. Me acostumbré a ver la creatividad como una cualidad de algunas pocas personas brillantes, impredecibles, “locas”, desordenadas, etc. Hace poco en una conferencia que dicté alguien afirmó que la creatividad era una especie de “capacidad instalada” en nuestro cerebro y, que simplemente se tiene o no se tiene. Confieso que yo pensaba lo mismo. Ahora me he dado cuenta que existen métodos para generar ideas, ha habido personas y organizaciones que se han dedicado a investigar y decantar cuales son esos métodos. Hoy en día tengo claro que todos podemos ser creativos, el problema es que pocos saben como pueden lograrlo. Un ejemplo de esto son artistas o escritores importantes como Agatha Christie, Miguel Angel o Dalí. Todos ellos habían desarrollado métodos para llegar a sus ideas geniales.
  5. Más importante que una gran idea, es la disciplina de experimentar, perfeccionar y cambiar la dirección acerca de esa idea inicial: Siempre pensé que lo más importante de una innovación era tener una gran idea. De hecho a lo largo de mi vida siento que he tenido ideas que han sido muy buenas y después me he reprochado no llevarlas a cabo cuando veo que alguien más si lo hizo con excelentes resultados. A partir del estudio de la innovación he entendido que las ideas aunque son importantes, no son lo más importante. Muchos de los productos o servicios que vemos que ha salido al mercado como innovaciones no tienen la forma de la idea inicial. El camino normal de implantación es una idea que surge, se experimenta y se perfecciona. Es decir de una buena idea se experimenta y perfecciona para implantar un producto genial y, es el proceso de implantación el que más requiere de nuestra persistencia, resiliencia y, también creatividad, para poder llevar exitosamente nuestra idea a la práctica.
  6. La innovación es un hábito que se puede fortalecer y que también se puede perder: Los hábitos son aquellos comportamientos que ejecutamos sin darnos cuenta. Pueden ser positivos como leer, hacer deporte, ordenar, etc, etc; o pueden ser negativos como fumar, beber en exceso, comer en exceso etc, etc. Los hábitos tienen todo un proceso para ser aprendidos e implantados. Hay comportamientos muy complejos que en su momento pensamos que eran muy difíciles de aprender como por ejemplo, manejar coche, manejar una herramienta o practicar un deporte. De la misma manera innovar es un hábito que puede verse como algo complejo o difícil en un principio, pero que con el aprendizaje de sus técnicas y su práctica se puede implantar y fortalecer.

Todos estás sorpresas o más bien aprendizajes que me llevé cuando empecé a estudiar y practicar acerca de la  innovación, me llevan a afirmar que la innovación si está en el ADN de todos los seres humanos y por ende también de las empresas; pero esto no quiere decir que la innovación se dé per se. Es necesario cultivarla, perfeccionarla y aprenderla, si no, no logrará desplegar todo su potencial. ¿Crees que eso te puede estar pasando a ti o a tu empresa?

Carlos Rodriguez
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